martes, 26 de junio de 2018

47 PIRULOS

Un enorme "gracias":

- A mi familia, que pudo entender que estoy loca pero no soy peligrosa para ellos, así que se resignó a quererme como soy.

- Al tipo que desde hace diez años elige vivir conmigo y ser parte de mi caótico universo, aunque en otro lado podría estar mejor.

- A mis amigos, que soportan mis ausencias eternas en pos del arte y me siguen queriendo.

- A mis alumn@s, porque le dan sentido a mi día a día, y me llenan de amor.

- A mí, que tuve el coraje de patear el tablero y poner el alma en riesgo para hacer lo que amo.

Brindo por seguir queriéndonos toda la vida!

sábado, 7 de abril de 2018

ME DESANGRO



Me desangro.
No quiero evitarlo.
De verdad hoy quiero estar muerta en absoluto.
No me ignores.
Odiame aunque sea, pero no me ignores.
Esta ausencia, esta nada, esta oscuridad.
Este silencio.
Maldita la hora en que…

Maldita esa hora y mi valor.

viernes, 6 de abril de 2018

¿Cuanto tardarás en olvidar tus sueños?

Ya no tienes sueños que soñar.

Todo se reduce a una ecuación
que nunca es tan sencilla:
el frío juego de sumar pasión
para obtener ganancias
para obtener pasión
para obtener ganancias...
para nunca, nunca llegar.

El sabio consejo de la anciana
que aún no cumplió los treinta:
Fingir que aceptas las reglas
de quien dibuja el juego,
jugar con esas reglas,
 y fingir pasión... para obtener ganancias.

La hipocresía nunca fue mi ley,
y así mi alma se rebela.
¿Que es mas fuerte?
Mi corazón,
que baila un mambo a los pies de la vida,
o mi cabeza,
que congela sentimientos
en pos del éxito traidor?

Odio con todas mis fuerzas
cada eslabón de las cadenas
que quieren sujetarme.
Nací para volar, para pintar, para escribir.
Nací para bailar
este mambo a los pies de la vida.
Nací para sentir, para llorar, para reír.

Nací para vivir... y eso hago.

martes, 3 de abril de 2018

LA GENERACIÓN DEL CAMBIO

 

 Mi generación de mujeres carga con la responsabilidad de producir el cambio.
   Mejor dicho, las madres de mi generación de mujeres.
   Los hombres de mi generación están criados y educados por mujeres que fueron criadas y educadas para “servir” a los hombres y depender de ellos económicamente. Por lo tanto, sus hijos han crecido convencidos de esa teoría  y es prácticamente imposible convencerlos de lo contrario.
  En cambio, las mujeres de esa misma generación somos diferentes...
   Ambos géneros crecimos en un mundo en crisis, donde las certezas no eran demasiadas y las inseguridades si.  Pero reaccionamos de diferente manera.
  
 Ellos intentaron aferrarse a los antiguos valores, defender la teoría del “varón sostén del hogar”, acarreándose con ello una carga de frustración y angustia para la que nadie los había preparado.
   Ellas decidieron que si el dinero no alcanzaba en casa no era ni suficiente ni necesario tildar de inútiles y poco hombres a sus esposos; decidieron colgar el delantal y salir a buscar el dinero que faltaba. Prácticas. Contundentes. También decidieron que divorciarse no era el fin del mundo.
   He aquí el conflicto: mujeres con ganas de salir del placard (ropero por ese entonces) y hombres con terror de hacerlo.

   Claro que a las mujeres tampoco les habían explicado que la “mujer maravilla” era un personaje de ficción.    Entonces, cuando estas niñas estaban con  muchas ganas de probar sus alas pero sin la menor idea de cómo hacerlo, las mismas madres que criaron a unos y a otros encontraron la mejor torreta desde donde defender su arcaico monumento: la culpa. Y a los hijos varones de esas madres les pareció fantástico poder retozar en su hábito, en su cómodo status quo. Y las hijas de esas madres no supieron como defenderse. Trataron de combinar sus roles de una manera imposible: se levantaban dos horas antes, limpiaban la casa, preparaban el desayuno para toda la familia (que en ese entonces incluía esposa, esposo, varios niños, y hasta 4 abuelos) llevaban los niños al colegio y disparaban hacia su trabajo. Regresaban del trabajo, recogían los niños del colegio,  hacían el almuerzo, volvían a limpiar todo mientras la familia descansaba, y luego de la merienda de nuevo al trabajo, para llegar a preparar la cena, repasar las tareas de los chicos, planchar la ropa del trabajo (suyo y de su marido y los guardapolvos de los chicos), dejar la casa ordenada para el otro día, acostarse y hacer el amor como una amante dedicada. Tal vez exagero un poco. Pero solo un poco.

   Estas mujeres se encontraron en un confuso remolino: sus conciencias-madres les decían que debían consagrar su vida a su esposo e hijos, que su valía como mujer dependía de lo bien planchadas que llevara las camisas su marido, de los educaditos que fueran sus hijos, de lo reluciente que tuviera su casa, de lo mágico de sus bordados o su tiramisú.  ¿quería algo más? Podía estudiar piano o francés, pero solo para distraerse. No necesitaba lucrar con el idioma o buscar la fama con la música, para eso estaba su marido.
   Y por otro lado, sus corazones sentían que podían elegir: elegir libremente una profesión y desarrollarse y crecer en ella, elegir un estado civil y disfrutarlo, elegir ser o no madres, esposas, amantes, amas de casa, artistas… plenas y felices. Pero no sabían como deshacerse de la culpa. La condenatoria mirada social es intimidante para quien no tiene firmemente cimentados sus propios valores y convicciones.

   ¿En qué situación nos deja esto? En medio de un puente tambaleante.
   Ellos con la enorme responsabilidad de cuidar a toda una familia que depende económicamente de sus logros, sin poder demostrar más emoción que la ira o la alegría. Dependiendo a su vez de una mujer que lo alimente, lo vista y le de hijos para demostrar su hombría, y de otras mujeres para que le den el sexo y el placer que su santa esposa no debe proporcionarle porque no es lo correcto en una esposa. Con la obligación de ser infalibles en la cama, en el trabajo, en el deporte. Angustia, frustración, stress.

  Ellas dependiendo de un hombre que les provea alimento, apellido, status; que cuide de ella y sus hijos, y con la presión de ser “la mujer maravilla”.

   Escribí varias veces la palabra “dependencia”… esa es la clave. Este es el puente que hay que cruzar.
Las mujeres de mi generación dieron el primer paso al intentar ser independientes, al menos, económicamente.
   Las madres de mi generación deberían dar el segundo paso (y definitivo) al criar a sus hijos varones para que sean independientes a su vez. Si estos chicos aprenden a valerse por sí mismos, a no depender de una mujer para que los alimente, los vista, y cuide de su higiene personal y ambiental, las chicas de esta generación no sentirán la culpa de “abandonar” a sus esposos para ir a “callejear por ahi”, buscando su realización como personas.
   De esta manera, el matrimonio tendría un sentido totalmente nuevo y diferente. En vez de ser un equilibrio de dependencias, sería una posibilidad maravillosa de compartir aspiraciones, de construír proyectos y llevarlos a cabo, sin dejar por eso de lado ambas individualidades. Sería un diario alejarse para volverse a acercar más ricos, compartir esa plenitud adquirida cada uno por sí mismos, y crecer como pareja al realizarse como personas.

   No hay víctimas ni victimarios. No hay más que los cambios esperables en el desarrollo de cualquier sociedad humana a través del tiempo. El universo no es estático, el ser humano y su sociedad no pueden pretender serlo. El cambio es natural e inevitable.

El puente está ahí. 
Se ha dado el primer paso. 
Septiembre de 2010 - La imagen la encontré acá.


lunes, 2 de abril de 2018

BITÁCORA DEL MIEDO


28 de marzo – 14 hs (en casa, acostada)
Oí las voces en mi cabeza:
“El trae…” (voz de hombre, tranquila.)
“¡Tiene colores, tiene colores!” (voz de mujer, entusiasmada)

29 de marzo – 01.30 aproximadamente
Distorsión ambiental del pasillo del hospital (se volvió líquido)

10.30 hs – abriendo la puertita de rejas de la casa de mamá.
Opresión en el pecho, vacío en el estómago, vista nublada, sensación muy desagradable. 3 o 4 segundos.

01 de mayo – 06.26 hs.
Bajaban un bebé de una ambulancia  en incubadora. Cuando le pregunté al chofer si iban a Neonatología, si necesitaban que avisara, miré al bebé y SUPE que iba a morir. Creo que SUPE que el bebé “pensaba” eso. SENTÍ el miedo del bebé, su desorientación o algo así. Fue aterrador.

14 de mayo
Escuché (en mi cabeza) palabras reiteradas, y no entendí su significado aunque eran claramente pronunciadas. Dos palabras.

17 de mayo – 01.00 hs – hospital
Hoy estoy terrible. Empezó hace media hora, en plena oficina, con Claudia y Aníbal. Un estallido de luz en el cerebro, doloroso, agudo, seguido de una sensación de mareo, cuesta enfocar los ojos y la conciencia. Se me revolvió el estómago, me cuesta escribir, casi no veo. Salí a caminar por los pasillos, y frente al laboratorio, me detuve en la ventana. Mi cabeza gira sola hacia la izquierda, por más fuerza que haga no la puedo volver. Me hormiguean las manos, mucho calor, agitada. Hay algo conmigo, SIENTO que quiere algo, me siento mal, tengo miedo.
Son las seis y veinte, estoy en la garita. Anoto esto acá porque no sabía donde mas anotarlo. Hoy comprendí el significado de la palabra “nausea”. No puedo precisar los horarios pero fue una noche terrible. El mareo no me abandonó ni un instante, y la tendencia a girar la cabeza a la izquierda me volvió loca. Me duele el cuello de hacer fuerza para tenerla derecha. Perdí el equilibrio y el sentido de orientación y ubicación muchas veces: me parecía estar en otro sitio, en un lugar vagamente conocido, no me doy cuenta. Todo es muy confuso. Me da tanto miedo en esos momentos que no puedo analizar nada. Una vez, durante un rondín, tuve la sensación de estar envuelta en algo como gelatina tibia, pegajoso. Fue asqueroso. Sentí que me transpiraba entera, y eso que hacía (hace) un frío mortal. En otro rondín, sola por los pasillos, cerré los ojos por un mareo fuerte, apenas había pasado la cocina. Creí que pestañeaba, pero cuando los abrí estaba caminando casi por los consultorios, más de cien metros adelante. No tengo conciencia del camino recorrido, si tenía o no los ojos abiertos, si hablé con alguien.

Una voz sonó en mi mente
Y usando mi voz
Dijo una plegaria perversa.

No lo puedo explicar de otra manera. YO, con mi voz y mis palabras, rece en silencio: “Dios, dame tu paz y no me desampares”. Entonces inmediatamente, involuntariamente, “mi voz” dijo adentro mío otra plegaria: “Señor: haz que sufra mucho antes de morir”. YO no le hablo así a Dios. Nunca le digo “Señor”: le digo Dios, Jefe, Amigo, pero no Padre ni Señor. Y lo tuteo, yo hubiera dicho “hacé” y no “haz”. Tengo mucho miedo.

10 de junio – 20 hs
Hoy tuve varios “golpecitos”. Antes de hoy no hubo mucho que contar. Una vez la voz de mi cabeza pronuncio mi nombre completo, con total claridad, un par de veces y nada más. Después, una noche oí murmullos, como si muchas voces hicieran una plegaria, pero no entendí ninguna palabra en particular. No sentí miedo ninguna de las dos veces. pero lo de hoy fue un poco mas fuerte. En la camioneta, regresando de arenales, iba pensando en cualquier cosa, mirando el paisaje por la ventanilla y de golpe, por un segundo, el cielo estuvo abajo y el campo arriba. Inmediatamente sentí calor, mucho calor. A ver: no como si la calefacción estuviera muy fuerte, sino como si me quemara. Eso: no “calor” si no “ardor”. Me mire las manos y estaban normales, pero sentía como se me ampollaba la piel, y como reventaban las ampollas. Repito: el dolor, la sensación de quemarme fue muy real, muy dolorosa y muy breve. Levanto la vista, y la fijo en una pequeña grieta que hay en el parabrisas de la camioneta. Y la grieta se ramificó velozmente, en millones de “arañas”, hasta que estalló en mil pedazos. Cosa que no ocurrió más que en mi cabeza. Es la primera vez que “veo” cosas, más allá de sensaciones. ¿Cómo termino el día? Con un remate. Se me hundió el pecho, como si me lo golpearan o me lo apretaran de golpe, fuerte, y no pude respirar por un momento. Apoye la mano derecha en la ventanilla, y el frío del vidrio me devolvió a la realidad, y ya no paso mas nada. Creo que nadie más se dio cuenta, por suerte.

11 de junio
Creo que ya entendí el punto de contacto. Son mis sensaciones. Lo que sea no entiende mi idioma, ni el castellano ni el francés. Entiende las sensaciones. Y se trata de comunicar de esa manera. Cuando pronunció mi nombre, intenté preguntar en voz alta quien era y que quería, y solo volvió a pronunciar mi nombre. Pregunté “¿estás muerto?” y se “cortó” la comunicación. Hoy hice otro experimento. Oí palabras, (estaba sentada escuchando música) entonces cerré los ojos, me relajé y traté de no pensar en palabras. Me resulta muy difícil, de verdad, “pensar” mis sensaciones. Percibí primero una profunda tristeza, un sentimiento de soledad, que reconocí como propias. Y después sentí la presencia fuerte de algo, una sensación muy real, de algo inquietante, asustado. No era YO, no sentí miedo esta vez, sino curiosidad. Necesidad de ampliar ese contacto, necesidad de saber. Me quede ahí, tratando de no pensar, si no de sentir. Y sentí. Sentí que me “estudiaban” por dentro, como “revolviendo” mi cabeza, como buscando algo. Me dejé conocer, hasta que sentí que una mano, si, una mano humana, tibia, me tocaba la pierna izquierda cerca de la rodilla. Me sobresalté y abrí los ojos, pensando que habría llegado alguien (mamá o Dani)) y al verme así me habrían tocado par ver que me pasaba. No había nadie. La música había terminado y había pasado más de media hora. Para mi fue un minuto. Fue increíble. No creo tener TANTA imaginación, y no creo estar lo suficientemente loca para inventar estas sensaciones. Ahora estoy segura de que algo intenta comunicarse conmigo. Ojala lo logremos.

11 de enero

Hace dos meses terminé una larga serie de estudios neurológicos. Me diagnosticaron epilepsia. Me medicaron. Se terminó… lástima.

sábado, 31 de marzo de 2018

MI PRINCESA

 

Cuando la conocí, ella tenía ocho años, y estaba pasando la aspiradora en la alfombra rosa de su dormitorio rosa de princesa.
  Le dije entonces que era bella. No me creyó, segura que su blancura pecosa contradecía las leyes de la estética.
  Años después caminaría las calles de la Gran Ciudad con un enorme “que me importa” en el bolsillo del pantalón gastado, negando piropos y espejos: a los dieciocho se expatrió de su pueblo, dejando atrás un reguero de claros preceptos. Los que mas recuerdo son, por ejemplo, “siempre me voy a estar mandando cagadas”; “los novios no se roban, querida, se ganan o se pierden”; y “yo soy así, si no te gusta andate”.
  Demasiado fuego en el pelo para una ciudad tan chica. 
  Demasiado fuego en el alma para corazones de pueblo.
  Entonces decidió decidir y se fue.
  No se si habrá encontrado su lugar en el mundo. Espero que sí.



-         No entiendo como no me odiás.
-         ¿Por?
-         Siempre te hice la vida imposible, ¿te acordás?
-         Uy, nena, vos tenías ocho años y yo dieciséis.
-         Si, ¡pero era insoportable!
-         Bueno, si querés te odio. Dame un mate y deja de hablar boludeces.
-         Sos especial… te quiero, ¿sabés?
-         Que día tenemos hoy. Sí sé, y vos también sabés. ¿nos vamos?
-         Dale.

  Florida y Lavalle. Un infierno para mi gusto el reino de la princesa. Yo, que nunca me expatrié de mi pueblo, caminaba con pánico entre la marea de gente. Ella charlaba, se reía, censuraba mis descuidos y mis confianzas. Para divertirse, me obligó a sacar boleto en el “bondi”, -el primer “bondi” de mi vida- y me llevó a San Telmo. Tarde de gloria, señores. Revolviendo los puestos, el olor a historia y a tango se me fue pegando en la piel. Inolvidables su sonrisa y el dolor de pies.
  Esa noche cocinó para mí los mejores fideos con manteca del mundo, y después desapareció por varias horas. No pregunté, ni me contó entonces lo que después supe.

-         ¿Hola?
-         Hola, soy yo… -lloraba a mares.
-         ¿Colo? ¿que te pasó?
-         Nopuedomasnodoymasmequieromorir
-         No entiendo nada, nena, calmate y explicame, por favor, no me asustes.

  Me asustó. A las siete de la mañana estaba en Retiro, y a las siete y cuarto tocaba el timbre de su departamento. Bajó a abrirme y me terminé de asustar del todo: la congestión de su carita me habló de una noche de insomnio y lágrimas. Me aferró en un abrazo desesperado, sin dejar de repetir que se quería morir.
  La obligué a preparar el mate, y me enseñó un diario arrugado del día anterior:

CIRUJANO ASESINA MUJER E HIJOS Y SE SUICIDA

  Leí que la familia entera había ingerido una deliciosa cena acompañada con varias botellas de un cabernet sauvignon de reconocida bodega, en las cuales se encontró suficiente ketamina como para dormir varios equinos a la vez. Fue hábilmente inyectada a través de los corchos.
  Ni siquiera traté de comprender que rol jugaba mi princesa en esa historia. Me limité a abrazarla y dejarla hablar.
  De a poco sus incoherencias fueron tomando forma, y entreverados en la historia aparecieron el cirujano casado, las escapadas, las promesas, las mentiras. Un cuento bastante contado, a decir verdad.

-         ¿Te das cuenta? Los mató a todos…
-         Me doy cuenta que ese tipo estaba totalmente loco. Y me doy cuenta que podrías haber muerto vos…
-         Ay, no lo digas ni en joda.
-         No lo digo en joda, nena. Y si te pasa algo me muero. ¿Cómo se te dio por encamarte con ese psicópata?
-         ¡¡¿Cómo iba a saber que era un psicópata?!!!

  La policía apareció, preguntó y se fue. El número estaba en la agenda privada, claro, preguntas de rutina si recuerda algo más me llama caso cerrado.

  Me quedé unos días más con ella, hasta que mis raíces pampas me exigieron el regreso.
  En esos días descubrí que la princesa de mi vida tiene una piel de porcelana, un costado de luna negra, y una jeringa descartable en el fondo del corazón.
  No se si habrá encontrado su lugar en el mundo. Espero que sí.