miércoles, 20 de abril de 2011

LA VOLUNTAD O LA FUERZA



En grupo, cerveza de por medio, charlábamos de cualquier cosa, como sucede siempre entre amigos después de ver teatro, intentar cenar sin demasiado éxito y bajar los decibeles del grupo que había pisado el escenario un rato antes.
No recuerdo como salió el tema del feminismo (sé que fui yo quien pronunció esa palabra), pero la réplica fue letal: “¿de qué feminismo me hablás? Después de tanto tiempo las mujeres usan push up, y te piden que las pongas en cuatro y les digas puta. El feminismo fracasó hace años, nena”.
No pude si no reírme junto al resto. El que había pronunciado la sentencia es un monstruo al que admiro (literalmente, miro desde abajo) y el momento no daba para acapararlo y explicarle que mi concepto de “feminismo” en realidad tiene muy poco del de aquel movimiento al que se refería. Pero me quedé con las ganas…
Es que yo creo que el machismo “tradicional” se basa en la dominación por la fuerza, algo como: “O hacés lo que yo quiero o te cago a palos”. Entonces, si el tipo agarra a la mina, la pone en cuatro y le dice puta, y ella se lo aguanta por miedo, eso sí es machismo, dominación por la fuerza. Pero, ¿qué pasa si ella es la que le pide (como decía mi interlocutor) que le haga eso? Ahí entra a jugar la voluntad. Ella quiere eso. Entonces ahora hay varias opciones:

• Ella quiere (disfruta) y él también: nadie domina a nadie, igualdad de género, que le dicen.
• Ella quiere (disfruta) y él no, pero lo hace de “gauchito”: ella lo domina, aunque esté en cuatro debajo de él.
• Ninguno de los dos lo disfruta, pero es lo que se supone que “hay que hacer”: ambos son dominados por una fuerza (interna) que se somete a otra fuerza (externa), los convencionalismos sociales. Aunque aparentemente no haya nadie más con ellos, sabemos que no estamos solos jamás cuando de sexo se trata.

Por supuesto que esto se aplica a ambos roles, por ejemplo, si él quiere un pete y ella lo hace de gauchita… el macho domina.
Esto es lo que me hubiese gustado explicar aquella noche en la que el debate no versaba sobre este tema: el machismo y el feminismo son dos palabras, solo eso. Sueño con que llegará el día en que no exista una diferenciación por géneros (mal que le pese a Pilar Sordo) y seamos nada más (ni nada menos) que personas. Ni macho ni hembras. Personas, seres humanos, dando y recibiendo solo lo que nos causa placer, sea lo que sea y con quien sea. Y tal vez tenga suerte y llegue a ver la puntita del principio del cambio…