Con todo, pero TODO, y más: tenía cinco mujeres a disposición del más pequeño de mis antojos.
A los pocos años, varios reveses de esos que tiene la vida me dejaron sin nada. Bueno, con casi nada...
Y terminé la primaria (en la escuela pública, obvio) con el segundo promedio de mi grado.
Empecé el secundario gracias a una beca que me prestaba los libros, y trabajando en verano para comprar los materiales. Porque tenía ganas.
Y se me ocurrió ir a la universidad. ¿Con qué? Con ganas. Y con otra beca, y laburando de niñera, de secretaria, de niñera y secretaria, pasando apuntes a máquina.
Cuando no pude más, me volví... Laburé 20 años para salir del barro, y el peor error que cometí fue intentar olvidarme de ese barro.
Salí, sí. A fuerza de remarla en dulce de leche con dos palitos de helado, salí. Pero el barro se quedó pegado en la suela de mis zapatos, porque fue el barro el que me hizo lo que soy hoy. Y me gusta mucho lo que soy.
Ahora le agradezco a la vida cada momento vivido, los recuerdo con amor, porque ese fue mi aprendizaje. Aprendí que con ganas, se puede. Con ganas, se sale. Con ganas, sin excusas y haciendo lo que uno ama.
Si puedo compartir con alguien algo de lo que aprendí, y si eso le sirve a alguien para estar un poquito mejor, allá vamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario